EL RINCÓN LITERARIO: 5, 6, 7 TO YOUR HEART
¡Vacaciones!
Llegamos al tercer trimestre del año, y eso significa temporada baja en la Productora. La mayoría de los eventos son dedicados a las Fiestas Patrias, y como preparamos conciertos la gran mayoría de las veces, tenemos ciertas libertades en nuestras actividades, incluso podemos tomarnos vacaciones.
¡Pero como soy una gran profesional, no me tomaré días libres! ¡Y nada tiene que ver que aún no tengo el tiempo suficiente trabajando aquí para obtener tal derecho!...
...
Es terrible.
¡Yo también quiero salir! Así como el Jefe, que ha estado jactándose que se irá de vacaciones a Alemania para ir al festival más grande de Metal en el mundo, el Wacken... ¡Sería maravilloso ir! Pero... yo tengo que trabajar...
¡¡¡POR QUEEEEEE!!!
- Esto está mal. Háganlo de nuevo. – Dijo el Jefe molesto el viernes por la tarde. – Deben hacerlo bien, ¿O si no cómo diablos puedo irme tranquilo por dos semanas?
- Jefe, eres un maldito demonio – Le dijo Eddie fastidiado, igual que yo.
- Sí. Lo soy, y por eso cuando vuelva quiero que todo esto quede terminado.
- ¡Pero Jefe! – Exclamamos al mismo tiempo nosotros, las víctimas.
- Sin peros.
En cuanto el Jefe se fue, con Eddie nos miramos y refunfuñamos.
- Menos mal que se va el señorito mañana en la mañana... No lo quiero ver más.
- Pfff. Agradezco no vivir con él ahora – Rio Eddie - ¡Lo siento, primita!
- No me interesa, ¡Él mañana se irá y yo iré a un evento que esperé todo el año!
Y es verdad, mañana sábado harán un encuentro medieval con demostraciones, grupos históricos, juegos y música, ¡Así como los muchachos de Highland's White Roses! Son geniales esa clase de eventos, asisto a ellos desde hace años y no me pierdo ninguno que quede cerca de mí.
Pero sin embargo, mi sábado perfecto se fue al bote de la basura. Los odio a todos... Empezando por el estúpido de mi roommate.
- ¿Qué haces aquí? – Le pregunté al bulto de chaqueta negra que estaba acostado en el sillón.
- Cancelaron los vuelos por mal clima en el aeropuerto. Malditos bastardos.
- Cómprate un jet privado, y no te pasará eso.
- ¡En todos putos lados está el problema de la neblina, y ningún maldito piloto quiere despegar! – Me miró muy enfadado - ¿O eres tan idiota que crees que viajo en clase económica?
- Huy, lo siento, millonario excéntrico – Este bastardo me está cabreando – Pero no estoy a tu mismo nivel, así que no entiendo de las estupideces que estás hablando. Con permiso...
- ¿A dónde irás con este clima? ¿Hay ofertas en novios-almohadas?
- Mejor. Ofertas de roommates que no son tan imbéciles. – Y de un portazo, me fui.
AAAAAARRRRGGGGGGGGGGGGHHHHHHHHHHHH! ¿Cómo puede ser tan genial y la vez tan estúpido? Mejor que se quede solo rabiando por su viaje, ¡Si de todos modos el festival no empezará hasta dentro de una semana!
Así que le resté importancia a ese albino gruñón, y me fui a mi lugar de destino, la Plaza Central de la ciudad, ¡La música me guiaba a entrar a un mundo donde los albinos jefes de corporativas de entretenciones y roommates sin filtro quedan fuera de lugar! Es tan gratificante pasear entre juglares, doncellas bailando y puestos de arquería, esgrima y refugios nórdicos...
Pasé horas allí, y al momento de que las actividades comenzaron, me fui a sentar en la punta de la especie de arena que armaron. Arriba no solo lograba apreciar el espectáculo, sino que tenía una visión de 360° de todo el recinto y de los concurrentes, como por ejemplo ese interesante chico de cabello blanco que se encontraba pasean...
¡¿Qué hace ese estúpido en mis dominios?!
Killua me divisó en cuanto los visitantes se arremolinaron en la arena para apreciar el desafío vikingo que se estaba armando, y a duras penas se zafó de que lo escogieran para participar en el primer reto: una especie de tirar la cuerda contra un ejército vikingo. El susodicho que me enervó se acercó a mí y se dignó a hablarme, a pesar de mi cara de pocos amigos.
- Hey, te encontré.
- ¿Qué haces acá?
- Se te cayó esto cuando te fuiste – me entregó mi celular. – Fue considerado de tu parte dejar un mapa puesto.
- HMMM – desvié mi mirada de la de él – Suelo perderme, lo dejé puesto para mí.
- Oye... - Se desconcentró por un momento al mirar la lucha de los comunes mortales contra los fieros y valientes vikingos – Oh, parece que tienen problemas esos guerreros...
- No me hagas reír – Le contradije – Están fingiendo para darle más dramatismo. Es una victoria fácil para ellos.
Y así como dije, bastó con que el último vikingo diera un agarrón a la cuerda, para que toda la corrida de mortales cayera. Miré divertida a Killua, diciéndole en mi mente que no se metiera con mis guerreros favoritos. Quedó por un momento en silencio, al parecer se encuentra incómodo en esta situación que a mí me apacigua. Definitivamente me encantan las actividades medievales.
- Por cómo me porté hace un rato, yo... Tú no tenías la culpa del mal tiempo.
- ¡Ahora, empezará el seguuuuundo desafío vikingo! – Exclamó el juglar que hacía de anfitrión en estos juegos vikingos – Necesitamos a tres valientes guerreros para que luchen el "sumo vikingo".
- ¿"Sumo vikingo"? – Preguntó Killua
- Es una lucha entre dos, en donde el oponente trata de derribar al otro con tacleadas desde la espalda, las caderas o los brazos, sin patadas, puñetazos o mordidas.
- Oh... interesante – Pareciera que los ojos de ese hombre brillaron con interés.
- De hecho su nombre es "Glima"... - Murmuré, para seguir con mi explicación para mí misma.
- ¿Alguien quiere participar? – Volvió a exclamar el juglar - ¡Aún queda este apuesto vikingo! – Lucía a un corpulento y enorme tipo vestido como nórdico, y su cara traviesa provocaba que nadie quisiera luchar contra él.
- Si lo vences tal vez perdone lo imbécil que te comportaste hace un rato. – Killua me miró sorprendido.
- ¿Es en serio? – Aham, tu cara dice que no lo puedes creer.
- Quiero ver una masacre – le dije sarcástica – ¿No que soy una barbárica?
El albino soltó una risilla y se paró.
- Yo lucharé contra él.
Todo el público, incluyendo al juglar exclamó un "OOOOOOOOOOOHHHHHHHHHHHHHHHH" al unísono.
- ¿Está seguro, joven? – Le preguntó el juglar cuando Killua llegó hasta el campo de batalla.
- Claro, o si no una bella señorita no me perdonará jamás.
- Y no la volverás a ver en el hospital – se burló el gigante.
- ¿Eh? Eso lo veremos, grandote – Killua sonrió sacándose las manos de los bolsillos para quitarse la chaqueta.
- ¡Ahora, todos juntos! – Animó el juglar la batalla – ¡Tres! ¡Dos! ¡Uno! ¡A JUGAR!
El gigante fue el primero en acercase. Pero Killua tranquilamente volvió a meter sus manos en los bolsillos y lo esquivó, y eso hizo enojar a su contrincante.
- No te escabullas, flaquito, así no es divertido.
- ¿Oh? – Ladeó la cabeza el albino confiado – Ten consideración que es primera vez que participo en una glima...
- ¿Conoces el término? Nos halagas muchacho. – Sonrió el grandulón, y aunque tratara de atrapar a su contrincante, este seguía escurriéndose de sus manos.
- Déjame ver si entiendo, ¿Debo taclearte desde los hombros, las caderas o el vientre?
- Exactamente, ¡Permíteme demostrarte! – Y el gigante agarró a Killua de los hombros y lo sujetó muy fuerte. Por un momento creí que lo mandaría a volar, pero... el albino vestido de negro copió los movimientos del vikingo y lo lanzó al piso primero.
Todos quedamos estupefactos.
- ¡ASÍ SE HACE, KILLUA! - Lo siento... no... pude evitar emocionarme... pero... es que... ¡TUMBÓ A UN VIKINGO TERRIBLE GIGANTE!
Y todos a mi alrededor lo vitorearon conmigo.
- ¡Y el ganador en tiempo récord es el joven albino! – Exclamó el juglar, levantando uno de los brazos de Killua, ¡Como un ganador!
Yo bajé lo más rápido posible, y me encontré con él cuando recogía su chaqueta del suelo.
- ¡Eso fue increíble! ¡No creí que de verdad lo vencerías!
- ¡Menos mal que me tenías fe, mujer! – Se acercó a nosotros el vikingo gigante, y le dio una bolsita de regalo a su adversario.
- Eso fue brillante para un novato, chico. Si tienes ganas de seguir aprendiendo la glima, puedes unírtenos.
Mi cara de impacto era evidente, y miraba a ambos a la vez... ¡Esto parece sacado de una buena película!
- Me halagas, amigo, pero debo declinar. Tengo una vida muy ocupada luchando día a día con esta barbárica. - ¿Se está burlando de mí mientras acaricia bruscamente mi cabeza? Te odio, maldición.
Mi mirada de odio y mis mejillas coloradas no hicieron más que provocar risas en Killua y el gigante. Ambos se despidieron con un fuerte apretón de manos, como buenos amigos y una voz lejana nos llamaba.
- ¡Hey! ¡¿Pirika?! ¡¿Killua?! ¿De verdad son ustedes?
- ¿Collin? – Miré que venía hacia nosotros otro gordito gigante en kilt... No sé si todos son muy altos o yo me voy encogiendo con el tiempo.
- ¡Tanto tiempo! – Nos saludó el gordito de cabello liso y corto, jadeando por la maratón que se dio. - ¡Lo que hiciste Killua fue fantástico! Sig es un berserker sin piedad si se trata de la glima.
- Me percaté de ello, pero fue divertido de todas formas. – Se encogió de hombros el albino ganador, y se acordó de la bolsita que le obsequiaron. La abrió y vimos un pequeño Mjölnir tallado artesanalmente.
- Si no lo quieres me lo puedes dar – Le dije esperanzada.
- Nop, me pertenece. - ¿Así quieres ganarte mi perdón, infeliz? ¡Ni aunque muestres tu lengua de forma refrescante harás que mi ira cese.
Collin nos llevó al lugar donde estaban los Highland's White Roses y el jefe Angus nos saludó e invitó a almorzar con ellos una rica sopa preparada en el mismo lugar. Por un momento pensé que Killua lo odiaría e inventaría cualquier excusa para irse a un restaurant digno de su excentricidad de millonario, pero al contrario de lo que esperaba, él aceptó y fue el primero en encontrar la merienda riquísima.
¿Ves que puedes ser adorable si lo quieres, albino irritante?
La jornada pasó volando mientras disfrutábamos con nuestros amigos Highlanders, y con mi roommate nos quedamos hasta el cierre del evento, con música en vivo de una de las más influyentes agrupaciones folclóricas-medievales de la zona, ¡Todo es tan jovial para mí! Definitivamente amo estos momentos de paz. Y al parecer, un hombre con una permanente natural blanca como la neblina que se presentó durante todo el día también se veía satisfecho con esta nueva experiencia.
Cuando nos fuimos, me sorprendió ver que ese hombre andaba caminando.
- ¿Y ese milagro que no estás manejando?
- A veces prefiero también salir a caminar. Sobre todo cuando me comporto como un idiota. - Oh, me alegras que lo asumas.
- Bueno... Pero aunque SEAS un idiota y hayas superado tu récord hasta el momento...
- ¡HEY!
- Me alegro que hayas venido, ¿Te divertiste, a pesar de que no querías nada más que irte a Alemania?
- ...- Killua se sorprendió del cambio de actitud que tuve, y no le quedó de otra que sincerarse – Sí, me entretuve bastante en la feria, contigo.
- ¡¿...?! - ¡¿Conmigo?! Maldición, este idiota sabe cómo hacerme enrojecer de la nada. Pero solo se rio por mi reacción como siempre y me acarició la cabeza, igual de brusco que en la tarde.
Así que al final, después de que pude contentarlo, llegamos a casa y recibió una llamada del aeropuerto, informándole que las condiciones climáticas habían cambiado para su favor, y que ya había vuelos disponibles. De inmediato sus ojos se alegraron y tomó su bolso para lanzarlo al auto y partir lo antes posible.
- ¡Qué estás haciendo! ¿Te irás en auto?
- Sí, siempre lo hago, pero ahora que estás en casa, ¿Puedes recibirlo cuando lo vengan a dejar? – Mi cara alterada demostraba que no sabía de qué diablos estaba hablando. – ¡Quédate tranquila, vendrán a devolver el auto, probablemente mañana! ¡A cambio te traeré un regalo del Wacken, tal vez un vikingo metalero! Bwahahahahahaaha.
Eres un maldito bastardo, tenlo por seguro.
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