EL RINCÓN LITERARIO: 5, 6, 7 TO YOUR HEART

 


Los amores del Jefe.


Trabajar con Killua es un verdadero placer. Definitivamente alabo su forma de actuar y lo eficiente y detallista que puede ser para que un concierto empiece y termine bien. Y no solo yo lo veo así, todos en la productora nos sentimos motivados por su forma de ser, tan refrescante pero seria, y muy comprometido con lo que hace. Además no hay muchacha que no se sienta atraída hacia su persona, es un hombre que tiene un aura atrevida y sensual y cuando sonríe... ¡Hace a todas suspirar!

Según me he dado cuenta, es parte de su naturaleza ser así, elegante y sensual como un felino. Y de verdad me llama la atención que todos los lunes a la hora del almuerzo las muchachas de Recursos Humanos se juntan con Eddie a mirar la página de Sociales del periódico más gordo, ¿La causa? ¡Obviamente el Jefe! Suele aparecer todas las semanas con una modelo diferente en diversos eventos en donde claramente llama la atención. Eso sí, hoy lunes una de las chicas llevó una revista de espectáculos, ya que había sido nuestro amado Jefe paparazzeado con una mujer saliendo de un club. Al parecer ella tenía antecedentes de salir con estrellas, y terminaba en la palestra por conflictos con estas, dejándolas mal paradas.

Esa mujer... Había amanecido el domingo pasado en casa y tuvimos un encuentro incómodo, por no decir desagradable.


-¿Y esta? No sabía que tenías nana, Killua-La mujer teñida y claramente operada me miró de pies a cabeza desde el otro lado de la cocina abierta que tanto me gusta. Estaba con pijama, bata de levantarse y un peinado digno de un cavernícola.

-Es mi roommate, respétala. – Dijo Killua tomando una taza de café que le había servido.

-Oh, creí que eras rico, cariño... - dijo la mujer de forma despectiva, tomando con sus manos una rodaja de naranja.

-Y yo que tenías modales, cariño ~ - Le respondí con una sonrisa y un tenedor para ella.


Mujer desagradable, todo porque tiene tetas descomunales y un cuerpo bronceado puede dárselas de diva en una casa ajena...


-¡Pero qué diablos..! – Exclamó Eddie perplejo al darse cuenta que venía entrando al casino Killua con esa mujer agarrada del brazo. Todas miramos al mismo tiempo, para nada disimuladas, pero sin embargo ellos no se fijaron.

-¿Qué hace esa mujer acá? – Dijo una de las chicas al lado mío con la voz baja y agachada. Todas la imitamos, incluso mi primo.

-¡No tengo idea, no estaba programado que tuviera visitas! – Volvió a exclamar Eddie, pero con un tono menos chillón que antes.

-Si lo que la revista dice es verdad, tendremos que ser cuidadosas con que no dañe la reputación del Jefe. – Aseguró otra de las chicas.

-Pirika, tú estás más cerca del Jefe que nosotras, ¿Puedes vigilarlo?

-Pero por su pollo – Dije bromeando y con un dejo de orgullo – Puedo ser muy cortante si quiero, señoritas!

-¡Así está bien, entonces! Si ves que se acerca demasiado al Jefe, ¡Patea su trasero! – Dijo la primera chica de nuevo. Ella es graciosa, siempre tiene como solución para todo, "Patear un trasero", me cae bien.


Por suerte el trabajo volvió a la normalidad, y por el resto de la tarde todo estuvo tranquilo. Por mi parte, los deberes estaban más que tranquilos, así me divertí ojeando un libro para colorear orientado para la vida cotidiana de los adultos que me mandó la novia de Eddie como regalo. Rayos, ella es un amor de persona, no como esa...


-Disculpa, ¿Está Killua disponible para verme? – Me dijo la mujer que menos quería ver al frente de mi escritorio. Parece que no me reconoció vestida de ejecutiva (¡Yay! Mi identidad se encuentra protegida por mi armadura de vaga). Me limité a mirarla con mi mejor cara de odio, para indicarle con mi dedo índice el escritorio de al frente.

-Allá está Edward, el Asistente Ejecutivo del Gerente.- ¡Mentira, no estaba! Acababa de ir al baño.

-Ains... No hay nadie...

-Entonces espéralo. No tengo la menor idea si está disponible el Gerente. – Guardé mi libro y tomé mi celular, para mandarle el siguiente whatsapp a Eddie:


"Eddie, DEMÓRATE EN EL BAÑO."

"La mujer esa está esperando a que llegues para saber si el Jefe está disponible"

Y Eddie me responde, de inmediato.

"😈Oh... Eres malvada, primita"


A los veinte minutos llegó Eddie, refrescante y metrosexual como siempre. Saludó a la mujer que no tenía buena cara y dejó de importarme la situación. Encontrar el camino para no caer en la procrastinación me era más interesante que ver la cara de enfado de la mujer al ver que su acosado se encontraba en reuniones hasta la hora de salida.

Diablos, caí en la revista de chismes de celebridades. ¿Irónico, no?


(Estación de Procrastinación
¡Tienes mucho que hacer! ¿Puedes navegar contra el peligroso camino de tentaciones en tu noble viaje hacia la productividad?)



Los días han pasado, y de los dos meses aproximadamente que he estado viviendo con Killua, es primera vez que veo... que no se puede sacar a una mujer de encima. Lo visita en el trabajo, duerme el fin de semana en casa y para peor, se cree ama y señora de ambos lugares. ¡Es totalmente desagradable! Aunque ya no me dirige la palabra, se dedica a acosar al pobre hombre al frente mío, pensando que me pondrá celosa... ¡Ingenua! Si supiera cuántas mujeres vi desfilar en mi corta estancia...

Hoy en la mañana, un bello domingo ideal para quedarse en cama y ver películas todo el santo día me encontré una nota pegada en el refrigerador: "S.O.S. –K". La miré detenidamente, y tomé mi celular para whatsappearle:

"¿Y qué gano yo, Señorito?"


A lo que me responde a la hora, cuando estaba a punto de ver el capítulo de estreno de mi serie favorita.


"¿Además de paz y tranquilidad? Dime lo que quieres"


No te lo pondré fácil, Señorito.


"S O R P R E N D E M E  ✨"


A la noche, tocó la puerta de mi habitación (Sí, no me levanté en todo el día), y un poco airado me dijo.


-De verdad tengo que sacarme esa mujer de encima. Quiere trabajar de la nada en la Productora y... - Me apoyé en el umbral de la puerta, con mis brazos cruzados y una mirada desaprobadora.

-¿Qué te hace pensar que voy a ayudarte, si cada fin de semana traes una mujer distinta, la follas en la entrada y sus gemidos se escuchan hasta acá arriba?


El hombre bajó la mirada y se rascó la cabeza, un poco avergonzado. Parecía la imagen de un niño que lo estabas regañando por ensuciar su ropa nueva. Cerré la puerta en su cara y me acosté nuevamente.

No me interesan sus excusas.

Pero espero que no averigüe mi historial de internet, porque o si no descubría que estuve buscando toda la tarde alguna debilidad que me pudiera aprovechar de la plástica mujer.

Y adivinen... La encontré


¡El plan para echar a esa mujer está a punto de comenzar!




¡El Lunes es un día tan agotador! El inicio de la semana es lento, perezoso y agotador ¿Ya dije agotador, cierto? Bueno, pero eso no me pasó hoy. Estaba radiante en la mañana, había despertado temprano y tomado desayuno de buena gana, aunque no se lo hice saber a Killua, ya que me fui sin decirle un bueno días. El trabajo estuvo bien, para ser lunes tenía todo controlado, e incluso la visita de la mujer esa no me molestó, ni siquiera el hecho de que se despidió del Jefe con un "nos vemos en la casa".

¡Todo marcha de acuerdo al plan!

Llegué antes que ellos, con una caja de cartón enorme en mis manos, el elemento clave en esta operación. Cuando llegaron, me vieron con mi mejor teñida de día sábado: Mi bata, mi pijama más roñoso y totalmente despeinada. Me encontraba preparando leche instantánea y al lado, una caja que se movía sola.


-¿Qué diablos te pasó? – Me preguntó atónito Killua. Yo sonreí

-¡Nada! Estoy preparando la comida de mis nuevos hijos.

-¿Hijos? – Killua se acercó para ver lo que había en esa caja. La mujer intuyó su contenido y se escudó tras su espalda.

La sorpresa de Killua y la cara de aberración de la mujer fueron dignas de plasmar en una fotografía.


Gatitos.


-¡Oh, pero mira qué pequeños! - Killua tomó uno de ellos en sus brazos, era gris, arisco y maullaba enojado. - ¿Quieres tomarlos, Miia?

Ella intentó gesticular una sonrisa, y acercó su mano derecha con temor. El gatito reaccionó y la arañó.

-¡Bestia! – Chilló la mujer y golpeó al gatito, el cual hizo que chillara y de la caja saltó un gato más grande, gruñendo.

La mujer gritó al percatarse que la verdadera madre de los gatitos había salido a defender a su cría, y corrió alrededor de la casa tratando de escapar de esta. Killua y yo miramos divertidos la situación, pero luego nos aburrimos y le dimos de comer a la camada. La gata no dejó tranquila a Miia, hasta que logró botarla y arañarle la cara. Ahí intervine yo, tomando a la gata y llevándola a comer con sus crías. Lamió la cabeza de su hijo agredido y al ver que estaba bien, se puso a comer tranquila.

-¡Es una bestia salvaje, ese animal! ¡Killua, te ordeno que los saques de la casa!

-Ohh... ¿Me ordenas? – De pronto noté cómo los ojos verdes de mi roommate se perdieron en su rostro enfadado. Acabo de descubrir su "Martin McFly", o el punto que incita su ira a salir. Él caminó lentamente hacia la mujer con sus manos en sus bolsillos. – Sabes, nadie me ordena lo que hacer, y menos tú que se ha aprovechado de mi paciencia.

La mujer palideció, asustada de lo que podría pasar. Mira tú, el señorito se vuelve medio psicópata cuando le tocas sus coj...

-¡Me voy! ¡Si prefieres a esos demonios por sobre mí, prefiero terminar contigo!

-¿Cuándo empezamos algo? Yo solo tengo cosas pasajeras, y tú, Miia, ya expiraste. – Se paró al frente de ella, intimidándola. La mujer tomó su cartera indignada y sola se fue, dejando un portazo que retumbó en mis oídos y pusieron alerta a los gatos.

Killua sacó sus manos de los bolsillos para estirarse, como si de un mal sueño acababa de despertar.

-Oye, tranquilo, se quedarán solo esta noche. Mañana los iré a dejar...

-No es necesario.

-¿?

-Te dije en un principio que podrías hacer lo que quisieras en la casa, ¿Verdad? – Se dio media vuelta para mirarme, ya normal. – Hasta el momento no has hecho nada más que cocinar tímidamente, y encerrarte para no molestarme.

Se acercó a la cocina, y acarició uno de los gatos que estaba curioseando alrededor de él.


-Solo me ofrecí como hogar temporal. Mañana se los dejaré antes de irme al trabajo a la futura dueña.

-Oh, qué pena. No me importaría si se quedaran. Son excelentes para espantar a mujeres indeseadas. – Reí con él – Gracias, creí que no me ayudarías.

-Se los prometí a las chicas de Recursos Humanos. – Ahora es él quien no entiende. – Les prometí que si peligraba tu reputación con esa mujer, le haría la vida miserable.

-Pensé que no querías mezclar a tu Jefe con "Katrina" – No pude evitar ponerme roja de vergüenza porque recuerda que le puse Katrina. Killua sonrió complacido por mi reacción.

-Es imposible no hacerlo en este caso... ¡Pero no te acostumbres! No lo haré siempre...

-Lo sé, lo sé, ¿Y? – Movió sus cejas esperando una respuesta.

-¿Y qué?

-¿Qué es lo que quieres?

-Nada.

-¡¿QUÉ?! – Se sorprendió y abrió de par en par sus maravillosos ojos verdes.

-Te dije que lo hice por las chicas, no por ti.


Killua sonrió aliviado. A la mañana siguiente me acompañó a dejar a los gatos a su dueña, y le tomé una foto entregándoselas a la señora, para que la subiera a sus redes sociales que más paparazzeaban los medios.

Así, solo unos días le duró la farsa a la mujer despechada de que Killua la había golpeado en una de sus noches juntos. Se descubrió más rápido su odio hacia los animales, y los gatos especialmente, que la veracidad de sus palabras.

Ah, y Killua ganó fama de amante de los animales, así que atrajo a más miradas y a potenciales clientes que estaban interesados en hacer festivales de mascotas.


¡Punto para la roommate!


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