EL RINCÓN LITERARIO: CRAWLSPACE
Red_de_Mentiras_Traición
(10 de febrero. República de Eiyuu. Centro de Investigaciones de la República de Eiyuu)
– Hey, ¿Cómo te has sentido estos días, Speedwaifu? – Killua Zaoldyeck le preguntó a su esposa apenas se desperezó al lado de él.
Llevaban apenas tres días juntos, pero el trabajo acumulado de Pirika y además de las investigaciones que ha tenido que encabezar a causa de su desaparición de hace más de un año, la han mantenido muy ocupada, y eso indignaba completamente al hombre de cabello blanco, un gran cazador de tres estrellas. O sea, ¿Cómo podría estar contento si no podía estar apropiadamente con su esposa?
Por ese motivo, en cuanto ella tuvo ganas de conversar a la hora de dormir, aprovechó el momento para recuperar el tiempo perdido entre ambos.
– Bien, aunque te echado de menos... – Ella se dio la vuelta para verlo sentado en la cama que compartían, y súbitamente lo golpeó en el hombro. – ¡Y deja de decirme "Speedwaifu"! ¡Es "Speedwagon"! ¡Speedwagon!
Él no pudo contener la risa por la reacción que esperaba de su esposa. Y tampoco se sorprendió al sentir sus brazos rodearlo por detrás.
– Honey, ¿Crees que estará bien?
– ¿Quién?
– Zero.
– ¿A qué se viene la pregunta? Volvimos a estar juntos, ¿Recuerdas? – El hombre de cabello blanco y largo se dio vuelta para acariciar el rostro de su esposa, quien se veía preocupada. – Y ninguno de los dos quiere separarse de ti otra vez.
– Pero esto no ha acabado – Dijo Pirika, luego del beso que su esposo le dio. – No les he dicho aún el nombre de quien creo nos hizo todo ese daño.
Killua la abrazó fuertemente para calmarla. Él había pasado los últimos meses investigando qué demonios le había sucedido, y había llegado a una peligrosa conclusión.
– Tengo también una idea de lo que pudo haberte pasado, Speedwaifu, pero antes debes decirme lo que recuerdas.
– Deja de decirme "Speedwaifu"...
– Responde, mujer. – Pirika suspiró en los brazos de su molesto marido.
– Recuerdo que aquel día estábamos exponiendo los puntos y así convencer a los representantes del V5 de nuestra postura, cuando escuché un ruido extraño que terminó con una explosión dentro de la sala, donde nos encontrábamos. Eso me dio unos segundos para hacer que todos se escondieran antes de que empezaran a caer inconscientes por el gas que era emanado de un extraño aparato que habían lanzado.
Guardaron silencio por un momento, y Killua despertó a la mujer que se había quedado dormida en sus brazos.
– Pirika... ¿Qué más pasó?
– ¿Qué? ¡Ah! Claro... – Ella no solía cansarse tan rápidamente luego de pasar una noche de diversión juntos, pero aquella noche en particular, luego de tanto tiempo estando separados y extrañándose, quedó rendida. – El gas no me hizo efecto, eso sí, y creo que gracias a tu entrenamiento.
– Me alegro que hayan sido útiles mis técnicas de inmunidad, querida mía.
– Tu falsa modestia es un encanto que jamás se marchitará en ti, ¿Verdad?
– Igual que tu sarcasmo, Pirika. – Su esposa volvió a suspirar y acomodarse en sus brazos.
– Como no pudieron tumbarme con el somnífero, me hice la dormida y vi cómo unos militares entraban por nosotros, y nos llevaron a un cuartel a las afueras de la ciudad. Allá, nos encerraron en celdas y poco a poco los miembros de la alianza fueron despertando.
– ¿Viste quiénes eran tus captores?
– Todo es confuso, ya que nos tenían privados de luz. Pero sentía que hablaban en el idioma de Eiyuu.
– ¿Siempre los tuvieron allí, o los movilizaron?
– Nos movilizaron varias veces, pero tomaban sus precauciones: Ellos se cubrían los rostros con máscaras antigases y a nosotros en cambio, con sacos. Lo que sí recuerdo, es que la última vez que nos movieron mi saco estaba roto, y logré percatarme que nos habían metido en un camión blindado del ejército manejado por hombres vestidos de negro.
– ¿Vestidos de negro, como los mercenarios de Rossiya?
– No parecían de Rossiya, Killua. Más bien diría que eran militares encubiertos, ya sabes, con rostros lisos y cabellos claros. No cicatrices, suciedad o miradas frías.
Pirika sabía muy bien sobre fisionomía, no por nada había viajado y estudiado por su cuenta para la Fundación Speedwagon. Una muchacha inocente como lo era en su juventud no hubiera salido ilesa si no hubiera sabido con quién meterse.
– Entiendo, Pirika, ¿Lograste identificar al líder o alguien que hiciera como tal?
– Algo mucho mejor, Honey. – Ella lo miró directamente a sus ojos – la última vez que nos movilizaron, nos llevaron a la guarida en donde Zero nos encontró, y allí unos médicos intentaron sedarme a mí y a los demás representantes.
– ¿Recuerdas qué sucedió?
- ¡Bastante bien, Killua! Tengo buena memoria... No podían dormirme debido a que peleaba en contra de ellos, y antes que el jefe de los médicos me sedara con algo más fuerte, escuché que debían seguir las órdenes del general como a dé lugar... – Ambos quedaron en silencio.
– Tal como lo sospeché... En Rossiya no tienen los problemas que se especulan en este lado del mundo, ¡De hecho su segunda exportación es la venta de servicios paramilitares, por las armadas privadas que ellos entrenan! Pero claramente eso se sabe únicamente en el Bajo Mundo.
– Por eso me parecía extraño que Zero dijera que fue un grupo terrorista de esos lados el culpable de lo que sucedió.
– Y si lo que me dices lo puedo comprobar de alguna forma... Es el mismo General quien mueve todo este teatro, ¿Pero por qué?
– Ese maldito bastardo... – Pirika se soltó de los brazos de su esposo y se acostó a su lado, tapando su cuerpo con las sábanas. – Cambió el propósito del CRAWLSPACE a su voluntad, ¡Transformó nuestro fruto en una máquina de guerra!
– Meterse con mi esposa le saldrá bastante caro, Speedwaifu.
– Y con Eiyuu.
– Y con Eiyuu, Pirika.
(11 de febrero. República de Eiyuu. Cuartel Gerenal del Ejército de la República de Eiyuu)
Había preguntas que debían sí o sí ser respondidas, y Killua no quería perder más tiempo para desenmascarar al culpable de todas las atrocidades cometidas en contra de su esposa, la Alianza por el Cese de Fuego y la nación donde vivía. Por ello se dirigió al Cuartel General del Ejército de Eiyuu, para hablar con el único sobreviviente "del bando contrario" que tenía el ejército bajo una estricta custodia.
Y quien lo acompañaba, no era nadie más que el capitán que detuvo a tal malhechor, Alexander Fraser.
Ambos, uno vestido con pantalón caqui y una chaqueta oscura, y el otro con un sweater cuello de tortuga negro, pantalones grises y una gruesa gabardina marrón, se dirigieron seriamente a la celda donde se encontraba Henri Sorvali, el líder de la célula terrorista Liitto Suomen Kansan.
– Debo admitir, joven Fraser que si no fuera por tu autoridad, no habría podido escabullirme tan tranquilamente para hablar con ese sujeto. – Habló el hombre de gabardina café.
– Bueno, Sr. Killua, un piloto de CRAWLSPACE tiene "ciertos" beneficios. – Sonrió tranquilamente el Capitán Fraser. – Y si eres capitán estos se incrementan.
Caminaron con parsimonia hasta la celda donde tenían confinado al hombre de cabeza rapada y contextura de guerrero antiguo, y allí un guardia les abrió una puerta para darles privacidad y conversar.
– Buenas, diddie. – Saludó con un toque de animosidad el capitán al prisionero.
– ¿Qué... qué día es hoy? – Musitó con ciertos problemas el hombre en el idioma común, que no manejaba del todo bien.
– 11 de febrero. – Contestó con sequedad el cazador.
El hombre que fue tomado prisionero hace más de un mes por el bloque Fraser, se acomodó en el piso de la celda, sujetando sus rodillas y escondiendo su rostro.
– Ya les he dicho todo lo que sé. Déjenme tranquilo. – Killua vio cómo el prisionero tiritaba asustado, y reconoció la técnica de tortura que han usado contra el pobre sujeto.
– Hey, diddie, solo quiero que le cuentes a mi acompañante lo mismo que has dicho hasta el momento. – El sujeto sollozó y empezó a narrar nuevamente su historia.
– Yo era líder del grupo Liitto Suomen Kansan, un grupo de activistas que estaba en contra de que profanaran los bosques de Paijanne. Nos adherimos a la causa de la Chiórnye Sotni con el fin de protegerlo.
– ¿Cómo te uniste a ese grupo? – Preguntó el cazador de cabello blanco y largo.
– Mandamos una solicitud por un sitio encriptado, en internet.
– Las redes del Bajo Mundo. – Musitó para sí el Cazador.
– ¿Y cómo se contactaron posteriormente? – Prosiguió Alexander Fraser.
– Nos enviaron a nuestra guarida un equipo, y mediante a él nos decían qué hacer y cuándo.
– ¿Cuál era su misión primordial? – siguió cuestionando Killua.
– Abrir un camino seguro a las tropas que se movilizaban a través del bosque.
– ¿Cuánto tiempo estuvieron haciendo eso?
– Casi un año. – El cazador se agachó para quedar casi a la misma altura del prisionero, y de su gabardina sacó una foto.
– En tu guardia, ¿Viste hace unos ocho meses atrás a esta mujer? – La fotografía mostraba a su esposa como era hace un año. Cabello corto, ondulado y vestida con una blusa a rayas.
– No... lo sé. Una vez llevaron prisioneros dentro de un camión.
– ¿Qué más recuerdas?
– Recuerdo que llevaban alrededor de diez personas en dos camiones y uno de estos arrolló parte de la fauna de Paijanne.
– Me imagino que eso no te pareció, ¿Eh? – Comentó Fraser acercándose al tipo.
– ¡Por supuesto que no! – Se molestó el antiguo líder de Liitto Suomen Kansan. – Y mi mano derecha increpó al copiloto de ese camión, sin embargo...
– ¿Sin embargo?
– Ese sujeto le disparó a mi amiga, justo entre sus ojos – El hombre hizo el gesto en su rostro, indignado.
– ¿Viste quién era?
– Solo recuerdo haber visto un brazo musculoso, que tenía un tatuaje de una calavera.
Alexander Fraser miró súbitamente a Killua Zaoldyeck, y sacó de su bolsillo su teléfono celular, para buscar algo en él. Luego de unos minutos, le mostró una foto al prisionero en la pantalla de su aparato.
– Diddie, ¿Por casualidad es este el tatuaje que viste?
– ¡Sí! ¡Es ese mismo! – El Capitán Fraser volvió a mirar a su acompañante, y le mostró la imagen completa.
– Señor, es Pål Vikernes. Piloto del CRAWLSPACE BURZUM.
– Tsk. El mismo mocoso insolente al que ya le pateé el trasero una vez.
(11 de Febrero. República de Eiyuu. Centro de Investigaciones de la República de Eiyuu, Plataforma 036)
Zero acompañó esa mañana a Chirau y Sandringham a calibrar sus equipos CRAWLSPACE con el Jefe de los Ingenieros, Shouji Kawamori, al sector contrario donde acostumbran a reparar sus equipos, la plataforma 036. Esta era la primera plataforma que un visitante podía ver en cuanto ingresaba al Centro, y por ello, el grupo de ingenieros más importante trabajaba a la vista de todos dando la primera gran impresión positiva de lo que se creaba en el Centro de Investigaciones. Al medio del pulcro lugar, el hombre oriental de apariencia delgada y de pocas pero severas líneas de expresión, se encontraba trabajando en uno de los modelos de las piloto, el más antiguo de las dos. A través en un computador, estaba analizando los resultados de diversas pruebas realizadas a DRUSTANUS y se veían en el monitor una matriz en 3D de dicho CRAWLSPACE.
– ¿Qué tal está mi querido DRUSTANUS, Señor Kawamori? – Preguntó educadamente la muchacha de Britania, con sus manos escondidas en su espalda.
– En perfectas condiciones, Señorita Sandringham. Lo ha estado cuidando muy bien. Pero creo que es hora de que Lloyd empiece a crear una versión más actualizada.
– ¿Y qué tal HACHI-U, Señor Kawamori? – Preguntó desde atrás de Anais, Sahada, un poco más nerviosa. Las últimas semanas no estaban funcionando del todo bien las extremidades delanteras de su modelo.
– Habían ciertos desperfectos en la articulación central, Señorita Chirau, el cual provocaban las irregularidades al caminar.
– Ciertamente son de difícil mantención los CRAWLSPACE de cuatro extremidades. – Musitó para sí Zero, con una mano en la barbilla, acercándose por detrás de las chicas hacia el monitor.
– Para alguien como tú que solo ha manejado CRAWLSPACE de dos extremidades, por supuesto. – Se burló Sahada. Era su oportunidad de devolverle la mano de aquella vez que se jactó de pilotear más equipos que ella.
– Sin embargo, – acotó Zero, viendo que Anais y el ingeniero en jefe conversaban sobre las modificaciones que le gustarían hacer a DRUSTANUS y no les prestaban atención a ellos dos – creo que los CRAWLSPACE de cuatro extremidades son más geniales.
– ¿De... De verdad? - Eso impresionó a Sahada.
– Sí. Quiero decir, alcanzan mayores distancias, y son más ligeros que los de dos extremidades. Además su estética me es llamativa. – Zero Luminen observaba los planos que mostraba el ingeniero en el monitor, interesado, sin embargo se dio vuelta para mirar a Sahada, ya que emitía sonidos extraños.
– Nunca creí... sniff... sniff... – Sollozaba dramáticamente la muchacha oriental – que apreciarías mi CRAWLSPACE por sobre el tuyo... sniff...
– ¡¿De qué estás hablando?! – El joven albino se ruborizó – ¡JOUTSEN es el mejor CRAWLSPACE! ¡Sólo estaba diciendo que los de cuatro extremidades no estaban tan mal!
– ¿Tan mal? – Ahora la cara iluminada de Chirau se apagó – ¡¿Te atreves a decir que los CRAWLSPACE de 4 extremidades no se igualan a tu "único y especial" CRAWLSPACE de 2?!
– Lo que es la vitalidad de la juventud – Manifestó en una frecuencia totalmente distante el ingeniero en jefe, contemplando la efusividad de los tres jóvenes, unos peleando fervientemente por qué CRAWLSPACE era mejor, y la señorita a su lado deleitándose de los planos de su propio modelo.
(11 de febrero. República de Eiyuu. Centro de Investigaciones de la República de Eiyuu, Sala de Reuniones)
– Las investigaciones realizadas en los últimos meses han concluido, Señora Speedwagon, que existe alguien relacionado al presente proyecto que se encuentra conectado con el germen terrorista denominado Chiórnye Siotni. – Concluyó el Sargento Vallo hacia la pequeña comitiva que era integrada por Pirika Speedwagon, Botobai Gigante y María Conchita Hernández.
Y a pesar de la verdad preocupante, ninguno de los tres se veía afectado del todo. Lo suponían desde antes que la nueva directora del proyecto CRAWLSPACE insistiera en que le presentaran avances de tal investigación que se inició desde que ella, junto a los demás líderes y representantes de la Alianza por el Cese de Fuego y el V5 desaparecieron en un supuesto atentado.
– Eso ya lo suponíamos, Sargento – comentó bruscamente Botobai, dejando caer uno de sus pesados puños en la mesa de reuniones. – Lo que nos interesa saber es quién es esa persona, y qué pruebas vinculantes existen.
El sargento, un hombre de mediana edad, tez pálida y cabello oscuro, pareció sonreír ante la petición del cazador, y carraspeó para continuar con la investigación que encabezó.
– Si me permitieran comentarlo, Señor Gigante, Señora Speedwagon, - dijo María Conchita Hernández antes de que empezara la reunión urgente convocada por el Sargento. – Encuentro muy intimidante el hecho de que la investigación sea encabezada por un miembro del ejército de Eiyuu, al igual que el anterior director.
– Opino lo mismo, señorita Hernández – habló Botobai con sus brazos cruzados, y apoyando su espalda en la pared de la sala. – Por eso, pedí a uno de los Zodíaco que investigara paralelamente. No confío en este ejército.
– Ellos se encuentran muy interesados en lo que suceda con este proyecto. – Mencionó con un dejo de molestia Pirika Speedwagon. – Sobre todo desde que la Presidente Turunen declaró que Eiyuu está temporalmente con sus fronteras cerradas y se ha mantenido reacia a tomar medidas bélicas en contra de los movimientos terroristas.
– Eso explicaría el porqué de la actitud tan apabullante del General Holpainen para testear los CRAWLSPACE y oficializarlos. De hecho se saltó muchos procedimientos, y la presidencia no pudo sino aprobarlo de mala gana. – La vocera del proyecto era una mujer metódica y una amante ferviente del conducto regular de los procedimientos, por ello le parecía extraño que el general, siendo un hombre tan pragmático cometiera tales actos.
Por otro lado, Pirika Speedwagon no se encontraba para nada tranquila. Tanto Botobai como María Conchita estaban de acuerdo en que el General y el ejército a su cargo no eran tan confiables como se hacían ver en los medios y que en el fondo, lo único que buscaban mediante el uso de los CRAWLSPACE era tomar la justicia por su propia mano, ejecutando a los supuestos terroristas como si fueran sujetos de prueba para los equipos manejados por jóvenes inocentes. Si algo enervaba más a la mujer representante de la fundación Speedwagon y cabeza del proyecto CRAWLSPACE, además de usar indiscriminadamente estos equipos con fines bélicos, era que emplearan como excusa el destruir algo que realmente no exisitía, poniendo como chivos expiatorios a los cinco jóvenes pilotos, dentro de los cuales se encontraba su propio hijo, Zero.
– ¿Entonces nos está diciendo, Sargento, que uno de los miembros del proyecto ha mantenido un contacto directo con los líderes de la Chiórnye Sotni? – Pirika debía ser cuidadosa al preguntar por detalles, puesto que, su intuición le decía que esta investigación no terminaría bien.
– Efectivamente, Sra Speedwagon. De hecho, hemos tenido la confesión de uno de sus compañeros, quien lo escuchó conversando en el idioma de Rossiya por teléfono hace unos meses.
– Necesito hablar con ese testigo de inmediato. – Exigió el cazador miembro del Zodíaco.
– De hecho, Señor Gigante, él personalmente junto con el cuerpo policial correspondiente se encuentra, en este momento tomando prisionero al culpable.
– ¿Qué está insinuando, Sargento? – Pirika Speedwagon se sobresaltó - ¡Esta investigación primero debe ser aprobada por mí, la directora del proyecto y cabeza de los sobrevivientes de aquel atentado! ¡Yo no he autorizado que tomen prisionero a alguien!
– Lo siento mucho, señora Speedwagon, pero tratándose de la seguridad nacional de Eiyuu su autoridad se reduce a nada. Nuestra fuerza armada tuvo la gentileza de informarle todo el proceso, enviándome personalmente. – La mirada ladina del Sargento no hizo sino encolerizar más a la mujer y sus acompañantes.
Mientras el choque de miradas entre la directora del proyecto CRAWLSPACE y el Sargento Vallo se llevaba a cabo silenciosa pero amenazantemente, el celular de la vocera María Conchita Hernández sonó.
– Disculpen la intromisión – Se excusó la mujer de cabello trenzado. - Hernández.
– ¡Señorita Hernández! ¡Soy Sahada Chirau! ¡Por favor, venga! ¡Venga con el Señor Gigante y con la Señora Speedwagon! ¡Se están llevando a Luminen!
María Conchita no pudo emitir una palabra para Chirau. En cambio, dio vuelta su rostro para observar a la Directora, y titubeando, se le acercó para musitarle al oído.
– Señora Speedwagon... Su hijo... - La mujer aludida la miró de vuelta, abriendo sus ojos con horror y palideciendo.
Había entendido todo. '
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