EL RINCÓN LITERARIO: CRAWLSPACE

Asistencia_Despertar




(21 de Enero. República de Eiyuu. Clínica AP).

El capitán del bloque Fraser, Alexander Fraser se sorprendió cuando la vocera del proyecto CRAWLSPACE los había llamado a la Clínica AP, donde se encontraban los líderes pacifistas de la Alianza del Cese de Fuego, y sus familias.

– Me alegra que de a poco las fronteras de Eiyuu se estén abriendo. – Musitaba tranquila Sahada Chirau, la piloto del CRAWLSPACE HACHI-U mientras se dirigían a la clínica luego de una jornada normal en el Centro de Investigación.

– Pero que dejen entrar a un familiar cercano por víctima al país, no implica una gran hazaña en la restauración del Eiyuu de siempre. – Comentó fríamente Zero Luminen, el piloto del nuevo modelo JOUTSEN.

– Tienes toda la razón, barra, pero de a poco todo volverá a la normalidad.

Fuera de la clínica, María Conchita Hernández se encontraba esperando por ellos.

– Jóvenes, muchas gracias por venir. Ustedes como la figura pública del proyecto, y además de ser quienes personalmente rescataron a los líderes, tienen el deber de custodiar de ellos y a sus familias, hasta que los medios se tranquilicen.

– Tch, no veo por qué el bloque Fraser debería realizar esas funciones, ¿No existe personal cualificado para hacerlo? – Vikernes no estaba muy entusiasmado de invertir su tiempo libre en cuidar enfermos como voluntario en una clínica.

– Podría perfectamente pedir a guardias y enfermeros para realizarlo, pero tengo entendido que la señorita Sahada Chirau es Aprendiz de Maestre, y uno de sus puntos fuertes es la medicina, ¿Verdad?

– ¡S-Sí! – Afirmó la aludida.

– Además, - La vocera fijó su mirada en Zero Luminen por un segundo – Al proyecto le conviene que ustedes se familiaricen con los líderes originales.

María Conchita Hernández hacía eso para cumplir su promesa con Zero Luminen. Hace unos días le habían llegado los resultados de las pruebas que les hizo a ese muchacho y a la representante de la Fundación Speedwagon, Pirika Speedwagon. Había salido que existía la probabilidad de 99.9% de que ellos compartieran lazos sanguíneos directos, y eso implicaba, que dejaría cuidarla y además protegería que nadie descubriera su verdadera identidad, de la que incluso ella misma no estaba del todo segura.

Sabía que esa mujer estaba casada y tenía un hijo, pero la información de ellos como familia era clasificada, y por ende, para la vocera del proyecto CRAWLSPACE que no era una persona del bajo mundo, o poseía fuentes tan exclusivas como lo tendría un Cazador, estaban plenamente fuera de su alcance. Sin embargo, algo que sí podía hacer era cubrir el deseo de aquel muchacho de cuidar a su madre, permitiendo que el bloque entero hiciera lo mismo que él y así no levantaría sospechas.

– Muy bien. Entonces, Señorita Watterson, por favor acompáñeme. La llevaré a la habitación donde su hermano está descansando. – Alexander Fraser fue el primero en ponerse a tono dentro de la clínica, escoltando a la bella hermana del representante de la ONU, un hombre pelirrojo como el Capitán.

Seguido de él, Sandringham y Chirau fueron invitadas por las enfermeras para asistir a los otros postrados, ya que lentamente mostraban signos de mejora.

– ¡Tch! – Chasqueó desinteresado Vikernes, mientras cargaba insumos médicos a las habitaciones del segundo piso. – No tiene sentido estar aquí.

– Ni que lo digas. – Murmuró con cierto dejo de molestia el joven albino a su lado: Les tocó reponer los insumos médicos de todas las habitaciones, mientras que los demás hacían vida pública o se nutrían de sabiduría médica, y por la mirada de odio que María Conchita Hernández le clavó a en cuanto les dio la orden, supo que fue un castigo por desafiarla hace una semana.

Lo bueno de ello, después de todo, fue que pudo chequear constantemente el estado de su madre sin llamar la atención de los demás, y también se enteró de lo que sucedía con los líderes, gracias a los comentarios traducidos de Sandringham.

– ¿Entonces efectivamente fue un coma inducido, Chieru? – Preguntó Zero en cuanto todos se reunieron a cenar en la cafetería de la clínica.

– Sí, Luminen... ¡¿Y CUÁNTAS MALDITAS VECES DEBO DECIRTE QUE ES CHIRAU?! – El muchacho aludido solo mostró su lengua divertido.

– De hecho los mantuvieron inconscientes por eso de ocho meses, según cálculos de los médicos. – Acotó Sandringham. – Dijeron que por los análisis de sangre, a quién más les costó dormir los antisociales, fue a la Señora Speedwagon.

Y eso engrifó la nuca de Zero.

– ¿Y eso por qué? – Vikernes parecía interesado en lo que pudo haber sucedido.

– Ni idea, los médicos dijeron que pudo haber sido porque era más tolerante a los analgésicos que los demás...

– Y lo más triste es han pasado siete días y aún no aparece alguien de su familia. – comentó Fraser, quien sabía perfectamente qué otras personas más estaban en esa clínica acompañando a los líderes.

– En ese caso... – Zero trató de mostrarse lo más calmado posible, pero su corazón latía tan fuerte que lo escuchaba con nitidez en sus oídos. – Me gustaría acompañarla.

El bloque Fraser lo quedó mirando fijamente. Era extraño que él se mostrara interesado en estar con alguien.

– ¿Eh? ¿Y a ti que te dio, Luminen? – Vikernes lucía desconfiado, como siempre.

– Estoy aburrido de escuchar tus quejas. Idiota. – Zero se mostró tan agrio como siempre contra Vikernes y lo hizo gruñir.

– Por mí no hay problema – Opinó Chirau – De hecho podemos turnarnos para que no te sea tan incómodo. Allá arriba es solitario.

Y así, los días pasaron y Zero Luminen estuvo libre para cuidar a su madre, Pirika Speedwagon siendo incluso asistido por sus compañeros, aunque ellos no supieran el verdadero lazo que los unía. María Conchita Hernández, por otro lado, se limitaba a observarlo y apenas le dirigía la palabra. Ella tenía muchas dudas sobre su vida, pero no era algo que podría preguntar abiertamente, no luego de todo el show que hizo, creyendo que él era un infiltrado.

Si Zero Luminen hubiera sido un traidor, todo hubiera sido más fácil para ella, puesto que hubiera podido vincular su inusual llegada al proyecto y el acontecer extrañamente favorable de las misiones. O sea, ¿Por qué otro motivo todas las misiones en las que estuvo Luminen terminaron exitosas? Antes de que llegara, Fraser, Sandringham y Vikernes no tenían tan buena racha, y los ataques eran más organizados hacia ellos.

O eso creía la vocera, ya que debajo de toda esa red de incertidumbres, había alguien que movía los hilos para culpar a un inocente.




(28 de Enero. Federación de Rossiya. Pueblo de Kostomuksha)

La Federación de Rossiya estaba tan mal como le había comentado Kurapika antes de partir a su viaje, hace ya más de un año. No podía creer aquel hombre quien había perdido recientemente a su esposa, que con todo el tiempo invertido en aquel viaje no hubiera podido encontrar pista alguna del paradero de ella en dicha localidad, a pesar de que en todos lados hayan culpado a esa nación de los males ocurridos en aquel terrible día.

Sin embargo, el tiempo no fue desaprovechado del todo, puesto que a pesar de la rebelión de civiles que estaba teniendo la Federación, descubrió que ninguna de las agrupaciones en contra de su gobierno actual se vio involucrada en la seguidilla de atentados ocurridos en la República vecina, Eiyuu.

El Cazador de vasta experiencia, años de aventuras y quien ha salvado a la humanidad y el pellejo de sus amigos en innumerables ocasiones, tenía una gran idea de lo que estaba sucediendo, y sabía cómo solucionar lo que fuera que estuviera ocurriendo en el país que vivía tranquilamente desde hace años.

Y luego de recibir un mensaje de su maestra, la anciana que se veía como quinceañera, sonrió.

"Tu hijo encontró a Pirika. Regresa de una puta vez".

– Es hora de volver a casa. – Suspiró contento, manteniendo su sombrero en la cabeza de una fuerte ventisca en pleno invierno.




(30 de Enero. República de Eiyuu. Clínica AP)

Las cosas no habían cambiado desde que Zero Luminen obtuvo un permiso para cuidar a su madre, Pirika Speedwagon. Su estado se mantenía normal, sin embargo no despertaba. Chirau y Sandringham lo acompañaban de cuando en cuando, y le comentaban lo que decían los médicos y las enfermeras respecto a ella. Era una mujer fuerte, que de apoco iba a recobrar sus funciones básicas.

Por otro lado, Fraser se quedó junto a las familias de los líderes, quienes lentamente iban despertando de su letargo. El primero fue el representante de Kukanyu, la coalición entre los Reinos de Britania, Alba, Kamburi y Eiri, Lord Anthony Palidan. Su hija menor fue quien lo esperaba, y a pesar de ser aristócratas de alta alcurnia, lloraron a mares cuando se reencontraron, y agradecieron al Capitán Fraser por salvarlo. Luego despertó el pintor Paolo Di Nerezza, y él y su novio, Giovanni también agradecieron al bloque Fraser.

– Pero cuéntanos, muchacho, ¿Quiénes han despertado de nuestro letargo? – Le preguntó más compuesto el pintor a Alexander.

– Hasta el momento, Lord Palidan, el Señor Watterson y usted, Señor Di Nerezza. – Detrás de Fraser, un doctor acompañado de dos enfermeras le dieron el pésame a la esposa del Representante de Minbo, Ching Ching, quien no resistió el desconectarse del respirador artificial. El llanto inconsolable de la viuda hizo que el pintor y el capitán se compadecieran.

– Oh, vaya, lamento tanto toda esta situación, muchacho. – Se lamentaba el pintor. – Nosotros solo queríamos frenar la violencia que está inundando el mundo.

– Lo sé, Señor. Pero la Chiórnye Sotni quería lo contrario, y los atacó.

– ¿Chiórnye Sotni? – Cuestionó el hombre reposando en un camastro.

– El grupo terrorista que los atacó.

– A nosotros no nos atacó algún grupo. Hubo un estallido en el salón donde estábamos y la Sra. Speedwagon nos protegió.

– La Sra. Speedwagon... – Se sorprendió Fraser.

– ¡Sí! ¿Y sabes cómo está ella? ¿Su familia vino a verla?

– Ella sigue dormida... Y no, no he visto a nadie que vaya a verla, de hecho el bloque Fraser la cuida día y noche. – Sonrió tristemente el joven capitán. No le gustaba ver que alguien estuviera tan solo, y secretamente admiraba la dedicación de Zero al cuidarla.

– Ya veo. – Musitó preocupado el pintor. – ¿Sabes una cosa? Ella es una amiga muy querida de Giovanni, y nos convenció a mí, a Lorein y a Darwin de formar esta alianza. De hecho si no fuese por ella, el V5 no hubiera mandado representantes. Espero que despierte y tome las riendas de la situación...

– Todos esperamos lo mismo, Señor Di Nerezza.

Hablando con ese sujeto, Fraser había descubierto muchas cosas interesantes sobre la mujer dormida en el segundo piso... Y otras un poco preocupantes relacionadas a lo que verdaderamente había sucedido el 10 de Diciembre.

No dudó en comentarlas con quien tenía más confianza, Zero.

– ¿Cómo está braw Pirika? – Preguntó el capitán, pasándole una bebida caliente a su subordinado.

–  Reaccionó bien al desconectarle el respirador, Capitán. – Zero tomó un sorbo de la bebida que le llevaron. – ¿Capitán, qué es "braw"?

– Valiente, barra. – Zero enmudeció. – Me contó Paolo Di Nerezza, quien fue el único que la vio antes de desvanecerse, que ella los protegió de una explosión dentro del teatro.

Ambos quedaron en silencio. Zero tratando de aguantar el llanto, y Fraser observando a la mujer durmiendo tranquilamente.

– Realmente es una mujer formidable... – Volvió a hablar el joven pelirrojo – Pero lo más preocupante es qué fue lo que sucedió el 10 de Diciembre, barra.

– ¿Por qué, Capitán? – Zero notaba que algo no andaba bien. Alexander Fraser se sentó al lado de él, y suspiró abatido mirando nerviosamente el piso y a la paciente.

– Escuché de Di Nerezza que no hubo un atentado de algún grupo terrorista. Ellos sintieron una explosión y posterior a eso, una niebla extraña se apoderó del lugar.

– ¿Qué? ¿Y eso no pudo ser parte de la táctica de la Chiórnye Sotni?

– De hecho se lo comenté, pero me dijo que tenían refuerzos militares, y que no aparecieron hombres encapuchados o armados luego de la explosión, ellos solo perdieron el conocimiento tras aspirar el humo. Todo fue muy rápido, como si fuera... premeditado.

Zero sabía que el modus operandi de la mayoría de los grupos terroristas era tomar lugares, hacer alboroto, amenazar a la gente, o destruirla masivamente, con el propósito de llamar la atención y así infundir el miedo a la sociedad. Pero un secuestro así de silencioso, era extraño.

– ¿Sabes qué es lo más perturbador, barra? – Zero lo observaba con un poco de preocupación – Pareciera que les lanzaron una bomba IOTA.

El capitán tenía razón. Zero sabía que las bombas IOTAS estaban compuestas en un principio de gas paralizante, pero luego de ciertas pruebas lo descartaron, a causa de los efectos adversos que traían los elementos de ese gas: parálisis permanente, choques anafilácticos, o inclusive, la muerte como consecuencia de una apnea severa.

– Pero las bombas IOTAS son un invento patentado por el Centro de Investigación... – Zero argumentó, tratando de digerir esa verdad.

– Exactamente, barra. – Lo miró preocupado su superior, quien solo tenía cuatro años más que él. – ¿Crees que, alguien robó uno de los prototipos desde el Centro... o alguien de allí está involucrado?

Ambos callaron.

– Creo... que necesitamos que la Sra. Speedwagon despierte, para que nos diga qué recuerda. – Fue la única respuesta que pudo dar el joven albino a su capitán.

Después de esa conversación, ambos quedaron en silencio, contemplando a la representante de la Fundación Speedwagon. Al cabo de una hora, cuando empezó a atardecer, Vikernes se apareció para informarle a Fraser que se iba con Chirau y Sandringham al Centro, y le preguntó a Luminen si se iría con ellos también.

– Oye, Luminen, te ves horrible, mejor vete, ¡Y aprovecha de que vendrán escoltas a recogernos! – Se burló el hombre de cabello bicolor.

– No gracias, Vikernes. Me quedaré un rato más.

– ¡Tch! No es necesario que de desvivas por una mujer dormida. – El albino lo fulminó con su mirada, y antes de que empezaran una pelea, Fraser intervino.

– Ok, ok, no empiecen ahora a luchar, mannies. – Dijo Fraser bajándole el perfil a la situación. – Me quedaré con Luminen para asegurarme que descanse. Vikernes, gracias por preocuparte, te puedes marchar con las burds.

Vikernes dio la media vuelta, y se fue refunfuñando para sí mismo, prescindiendo totalmente de su entorno.

– Vikernes realmente es un tipo difícil de tratar. – intentó calmar el capitán a Zero, quien todavía se notaba alterado por ese tipo. – Pero si le sigues el juego solo lograrás que te amonesten nuevamente.

– No entiendo por qué termino siendo yo el amonestado cuando él es el peligro.

– Está protegido por el General, Luminen. No hay nada que podamos hacer. – Suspiró Alexander Fraser. – Pero mejor que no te quite la cordura, solo lograrás complacerlo.


El resto de la tarde, hasta entrada la noche, conversaron de cosas triviales de la vida, como la niñez que habían pasado, los problemas en que Fraser se metió cuando iba a la escuela, y todas las aventuras que había vivido el pelirrojo, mientras arrancaba de la ley de su país. Zero no sabía muy bien qué cosas podía contarle, ya que aunque quisiera decirle quién era de verdad él, y las cosas que hacía con su familia, creería que correría peligro tanto su puesto en el proyecto, como la seguridad del mismo capitán.

Zero creía que algo extraño estaba pasando alrededor de su madre, y que el peligro que la asechó hace un año, aún podría estar presente. Y no deseaba que eso alcanzara al bloque Fraser.

Terminaron ambos dormitando sentados al frente de la paciente que dormía plácidamente, y ninguno se dio cuenta que, lentamente sus párpados empezaron a forcejear. Unos ojos color caramelo se asomaron con cautela de ellos y se movieron con recelo, tratando de procesar dónde diablos se encontraba.

El joven albino de 18 años se golpeó la cabeza en cuanto se estaba acomodando en la silla para dormir más cómodo, y sus ojos se abrieron sorprendidos cuando observó que al frente de él la mujer que dormía estaba sentada, sobándose la cabeza con el cabello hacia adelante. Ella parecía sacada de una película de terror.

– ¿Ze... Zero? – Preguntó la mujer desorientada, y él solo hizo un gesto con sus dedos para que guardara silencio.

– ¡Ca... Capitán! – Zero zamarreó a su acompañante, y él amodorrado le preguntó lo que sucedía.

– ¿Qué? Solo era una ki... Holy Mater of Gad! – Escupió Alexander Fraser cuando vio a la mujer que lo observaba sin entender. – ¡Debo avisarle a la vocera y al doctor! ¡Simmer, Luminen! ¡Simmer!

– ¡¿Qué demonios es "simmer"?! – Zero se veía desesperado.

– ¡CÁLMATE! – Chilló el capitán antes de desaparecer por la puerta de la habitación.

Ambos, mujer y joven, o más bien, madre e hijo se miraron.

– ¡MAMÁ! – Exclamó Zero saltando a los brazos de su madre, quien recién despertó después de meses aletargada.

– ¡Mi pequeño cisne! – Ella correspondió al abrazo, con la misma intensidad de su hijo, y le acarició la cabeza como cuando era un niño. – ¡Estás tan alto! ¡Y tu cabello está tan largo! ¡Cuánto tiempo ha pasa... Oh...

– Mamá, debes calmarte, por favor. – Zero ayudó a su madre a acostarse nuevamente, después de marearse por el repentino ajetreo. – Ha pasado más de un año desde que nos vimos.

– ¡Un año! – Se veía más sorprendida que el mismo Zero el saber que llevaba tanto tiempo dormida. – ¡Qué diablos ha pasado en todo este tiempo!

– Entré a tu proyecto para buscarte, mamá.

– ¡Pero Zero!

– ¡Mamá, no me iba a quedar de brazos cruzados mientras tú estabas desaparecida y papá te fue a buscar a Rossiya!

– ¡¿A Rossiya?! ¿Por qué a Rossiya? – Su madre no podía creer todo lo que pasaba, y su cabeza daba vueltas ante toda esa información.

– Porque nos habían dicho que la Chiórnye Siotni había sido culpable de los atentados a la Casa de la Ópera...

– ¿Qué?

En eso llega el equipo médico, acompañado de Fraser y María Conchita Hernández, para constatar el despertar y el estado de la Señora Pirika Speedwagon.

Mientras la revisaban y le preguntaban sus síntomas, qué recordaba de su vida y otras cosas más, Miraba de reojo a Zero y a Alexander, y les sonreía, como si les diera las gracias por estar allí, y Zero no podía caber más de felicidad.

Su madre estaba sana y salva.    







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