EL RINCÓN LITERARIO: CRAWLSPACE

Confrontación_Bella_Luna




A pesar de las recomendaciones de su maestro, Zero Luminen no pudo mantener la compostura en cuanto le informaron que iría a Karelia del Norte. Él sabía lo que encontraría allí:

Los líderes desaparecidos, y que en todo el orbe se preguntaban por su paradero.

Los líderes que en varias de sus naciones ya habían sido dados por muertos, y esperaban a que la República de Eiyuu abriera sus fronteras para declararle la guerra.

Su madre, representante de la fundación que la acogió cuando era pequeña, Pirika Speedwagon.

Y verla allí, acostada en una cama, durmiendo en medio de un salón repleto de máquinas junto con otros dirigentes importantes, lo choqueó. No pudo escuchar lo que Vikernes le decía, o las indicaciones de su Capitán al teléfono. Solo pudo decir que encontraron a los líderes que fueron tomados por la Chiórnye Sotni.

Su cabeza era ciertamente un lío, lo único que desea hacer el muchacho era correr como un niño a los brazos de su madre, la mujer que estuvo buscando junto con su padre hace más de un año. Sin embargo, enmudeció y trató de mantenerse distante: Se iría todo al diablo si demostraba que la conocía.

– Luminen, ¿Estás bien? Te ves más pálido de lo normal. – Lo interrogó Sandringham fuera del recinto, mientras veían cómo se llevaban a las víctimas a un lugar más seguro.

– Debe estar en shock. – Habló con seriedad el capitán Alexander Fraser – Y no te culpo, barra. Es algo difícil de digerir.

Con un par de palmoteos en su espalda dados por su capitán, Zero trató de animarse.

– Espero que con esto las relaciones de Eiyuu con el mundo mejoren. – Suspiró el joven albino, y los demás le encontraron razón.

Eso debía ser suficiente para que dejaran de hacer preguntas sobre él.

Llegando al Centro de Investigación, y terminando su reporte de la misión, Zero Luminen partió a despejarse, tal como lo hacía su padre, entrenando. Sin embargo, no podía estar tranquilo sabiendo que la persona a quien buscó por tanto tiempo, se encontraba "en un coma inducido", ¿Qué tal si seguía en peligro? ¿Quién la protegería?

Prefirió dejar su entrenamiento y buscar a la única persona que sabía el nuevo paradero de las víctimas, María Conchita Hernández, la vocera de CRAWLSPACE. Pero ella no se lo dijo.

– ¿Y por qué necesitas saber eso, Luminen? No estás autorizado para ir de todos modos.

– A uno de los líderes se le cayó esto cuando los estaban trasladando. – Mostró su pendiente, cosa que nadie excepto el bloque, y sus técnicos, sabían que él tenía. – Creí que era importante devolvérselo.

– Oh, muy bien, ¿A quién le pertenece?

– A la mujer de cabezo rizado, castaño y largo. – No podía decir el nombre de su madre, sería muy sospechoso.

– Está bien, iré a dejárselo en cuanto termine mis deberes. – Y con una pequeña reverencia por parte de Zero, se marcharon en direcciones opuestas.

O eso creía la mujer de cabello negro.

Con mucha precaución, y eliminando casi por completo su existencia, Zero Luminen la siguió. La vocera terminó ciertos papeleos, escribió en un cuaderno de notas, y se dirigió a la oficina del General para informar lo sucedido. Luego de eso, dio una conferencia en la antigua Casa de la Ópera, dando a conocer el hecho de los líderes rescatados.

Mientras más horas pasaban, más se desesperaba el joven infiltrado, puesto que sus compañeros podrían sospechar que algo andaba mal con él. Por suerte solo su capitán lo llamó, pero pudo excusarse diciendo que se fue a refrescar su cabeza paseando por la ciudad, y que probablemente llegaría tarde esa noche, ya que había unos conciertos a los que deseaba asistir.

Ya clarty bastard! – Exclamó en su idioma – ¡Debías avisarme, barra! Yo también quiero ir a pasear por la ciudad.

– En otra ocasión será, Capitán, ¡Oh, me tengo que ir, empezará la siguiente banda! ¡Nos vemos! – Le cortó al pelirrojo debido a que la vocera se marchaba de la conferencia.

Una de las ventajas de seguirla en público, era que podía pasar desapercibido entre la gente, aunque había tomado ciertamente precauciones con su cabello blanco y despeinado, cubriéndolo con un gorro de lana. En medio de la ciudad, y a pie, se veían como una mujer vestida con un traje a rayas y su cabello tomado hacia un lado, caminaba rápidamente, y unos metros más lejos, un joven con chaqueta de motociclista, lentes oscuros y un gorro de lana, lo hacía también. Definitivamente nada anormal en aquella ciudad donde muchos estilos y actitudes se mezclaban.

La siguió hasta una clínica privada y gracias a un milagroso cambio de turno de los guardias, pudo escabullirse dentro. Ya no necesitaba seguir a la vocera, puesto que toda la clínica atendía exclusivamente a los líderes mundiales, y encontrar a su madre sería más sencillo.

Volvió a cambiarse de ropa, para parecer un interno más. Y amarrando su cabello en una coleta, y tapando su rostro con una mascarilla, pudo pasar a buscar a la mujer tranquilamente. "Mamá se reiría de todo lo que pasé por venir verla" pensaba divertido el joven, imaginando su reacción si estuviera consciente, aunque sabía que eso no ocurriría por el momento.

"Debo avisarle a Bisuke-sama, y al maestro de que Mamá ya está bien" seguía pensando el joven, caminando y checando en cada habitación buscando alguna señal de la mujer de cabello castaño y rizado, "para que así le puedan decir a papá...". Zero se detuvo en una de las habitaciones más apartadas del último piso. Dentro de esta, una mujer dormía plácidamente, aunque conectada a diversas máquinas que chequeaban constantemente su estado.

Al lado de ella, habían dejado el pendiente que hace más de un año le había obsequiado a su hijo, para que se cuidara. Se veía tranquila, y a pesar de tener su cabello mucho más largo de lo que Zero recordaba, seguía teniendo esa chispa que él heredó, el desorden.

Se sentó al lado de ella y se quitó la mascarilla, para darle un beso en su frente. Su temperatura era normal, mas estaba tan tranquila que era muy inusual. La recordaba durmiendo destapada, dando patadas a su padre y él vengándose durmiendo sobre ella, o abrazándolo fuertemente, como lo hacía cuando Zero era más pequeño y se asustaba a causa de sus pesadillas o noches tormentosas.

– Sh, sh, mi pequeño cisne – Lo acurrucaba en sus brazos cuando tenía miedo, y ella revolvía su cabello. – Estás con Mamá y Papá, y nosotros te protegeremos.

– Pero ahora es mi turno de protegerte, mamá – Le susurró ahogando sus lágrimas con amargura, el joven ya no de ocho años a su madre, quien ya no sonreía como antes.

Se limitó a tomar su mano y sostenerla entre las suyas, sollozando.



María Conchita Hernández había regresado a la clínica a eso de la medianoche. Su cabeza seguía repitiendo que algo no le calzaba con el cadete Zero Luminen. Sus contactos revisaron todos los registros habidos y por haber de ese muchacho, pero no había nada. No había orfanatos con su nombre, o familiares que lo reconocieran.

No era nadie en el sistema.

La vocera del Proyecto CRAWLSPACE no podía creer que un muchacho sin historial, prácticamente un N.N., hubiera podido postular y quedar como piloto de uno de los equipos más modernos realizados hasta el momento, y que además sea catalogado como "el prodigio SS".

Tenía la mujer serias sospechas de que ese joven era un espía de sus enemigos.

Y pensando en ello decidió poner a la mujer que llamó la atención del muchacho como carnada, en el último piso, sin el resguardo que tenía a los otros pacientes. Cuando su teléfono indicó que eran pasado de las 00:30, decidió echar un vistazo a aquella habitación, pero una extraña voz la cautivó. Parecía que cantaba... una canción de cuna. 

"En la noche más oscura
puedo ver su resplandor.
Caprichosa Reina Luna
Que mis sueños se llevó.

Ahora llena de amargura
vas buscando mi dolor,
pero siento, bella luna
que ya el Sol, me lo quitó..."



María Conchita Hernández se detuvo en la puerta de la habitación, observando cómo un muchacho contenía el llanto mientras musitaba una suave canción a una mujer dormida, mientras sujetaba una de sus manos.


"En la noche más oscura
puedo ver su resplandor.
Caprichosa Reina Luna
Que mis sueños se llevó.

Ahora llena de amargura
vas buscando mi dolor,
pero siento, bella luna
que ya el Sol, me lo quitó..."



– Luminen. – La vocera suspiró, e hizo que el muchacho dejara de cantar. – ¿Qué significa esto?

El joven bajó su mirada, soltado la mano de la mujer y enjugándose sus lágrimas con su antebrazo.

–  ¿Sabes quién es ella? – María Conchita Hernández dudó un poco ante la contra-pregunta que le hizo el joven.

– Ella es la representante de la fundación Speedwagon.

– Ella es mi madre.

María Conchita Hernández quedó helada. Sabía muy poco sobre la vida personal de la mujer acostada de esa cama, al igual que de las otras diez personas internadas en esa clínica.

– Entré al proyecto CRAWLSPACE para encontrarla. Nunca quise admitir que había muerto. Ella es muy fuerte para morir así como así.

– ¿Có... Cómo sé que es verdad? – Repuso la mujer en sus veintisiete.

– ¿Cómo puedes saber que es verdad? – Suspiró fríamente el joven – Estás en una clínica. Podrías examinarnos.

El muchacho se paró de su asiento, e instintivamente la vocera se alejó de él.

– ¿Eres parte de las lacras?

– Tch. – Zero Luminen chistó su lengua. –  ¿Eres tan tonta en creer que yo estaría a favor de los malditos bastardos que le hicieron esto a mi madre y a mi patria?

Su enojo era real, y María Conchita Hernández lo notó. Sin embargo, lo llevó a hacerse unas pruebas, solo para corroborar lo que decía. En cuanto terminaron de sacarle sangre al muchacho, su superiora lo tomó del brazo recién intervenido y le susurró.

– Puedes marcharte. Si estas pruebas salen negativas eres hombre muerto en el Proyecto.

– ¿Siempre dudaste de mí, eh? – El joven se soltó de la mujer, enojado. – Si sale positivo, quiero venir a visitarla todos los días, y que tú personalmente me des el permiso para ello.

Sus ojos eran diferentes cuando se enojaba. Se veían como si fueran la sombra de un mal mayor, y eso hizo temblar a la vocera.

– Tsk, si salen positivos los exámenes, yo misma cuidaré que nadie sepa tu secreto... Zero Speedwagon.

Eso hizo reír al joven albino, y se marchó de la clínica para volver con su bloque. 




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